EL MURCIÉLAGO
Peleaban los cuadrúpedos con las aves, y el murciélago se encontraba estacionado en la copa de un árbol. Los veía, pero no intervenía en ningún bando.
Cuando vio que la pelea se inclinaba del lado de las aves, inmediatamente se bajó volando y las felicitó: yo estoy con ustedes. ¡Pero si tú no tienes patas! Le contestaron. No señor, mire, mi medio de locomoción son las alas, yo soy un ave y estoy con ustedes. Mientras se distrajeron hablando con el murciélago, le cogieron ventaja los cuadrúpedos y se inclinó la batalla a favor de ellos.
Inmediatamente, cuando él vio eso se pasó donde los cuadrúpedos. Sacó sus muelas, se puso en cuatro patas, caminó arrastrado y les dijo: miren, soy cuadrúpedo, yo soy de ustedes, yo fui a regañar a esos de allá. En eso no siguieron peleando, las aves con los cuadrúpedos fumaron la pipa de la paz, y todo se arregló.
Cuando él vio eso quiso aliarse a las aves, pero estas lo rechazaron: usted dijo que era cuadrúpedo. Y cuando quiso hacerse al lado de los cuadrúpedos, estos no lo aceptaron: porque usted dijo que era ave. Al murciélago no le quedó más remedio que someterse a la oscuridad de la noche, alimentarse de frutas, de sangre y no tener amigos.
Tomado de “Cuentos para dormir a Isabella” Tradición oral Afropacífica colombiana
1. Cuando el murciélago les dice a los cuadrúpedos “miren, soy cuadrúpedo, yo soy de ustedes, yo fui a regañar a esos de allá”, tenía el propósito de: