TEXTO 1
Satán, tal como la pinta Milton en el Paradise lost –majestuoso ángel caído, en cuyos hermosos ojos moran la tristeza y la muerte, animado de un heroísmo sombrío y orgulloso, proclamando valerosamente la gloria y la grandeza de su desafío al Creador–, se convirtió en otro gran símbolo para los escritores románticos, como la personificación de la rebeldía y de la aspiración a alcanzar el absoluto.
Caín es igualmente interpretado por los románticos como un rebelde sublime, que torturado por la miseria y por el dolo del destino humano, ávido de eternidad y de infinito, se niega a obedecer dócilmente a Dios, invitando a los demás hombres a la rebelión heroica, prefiriendo la muerte a la vida efímera y esclavizada: "Trabajé y labré, sudando al Sol, de acuerdo con la maldición divina: ¿debo hacer más? ¿Por qué había yo de ser dócil? ¿Por la guerra trabada con todos los elementos antes de que ellos no cedan el pan que comemos? ¿Por qué había yo de ser agradecido? ¿Por ser polvo, por arrastrarme en el polvo hasta que vuelva al polvo?". También Don Juan, el gozador impenitente y libertino del teatro seiscentista, se transforma con el Romanticismo en peregrino del absoluto, y trata de reencontrar a través del amor, como Fausto a través de la ciencia, el paraíso perdido, el secreto del mundo, la unidad primordial. Muchas veces los románticos transfieren a ciertas figuras humanas la rebelión, el desafío idealista, el hambre de absoluto que consumían a Prometeo, a Caín, a Don Juan. Schiller, por ejemplo, creó en Karl Moor, protagonista de su drama Die Rauber (1781), una figura de bandido que en adelante fue paradigmática.
1. El texto fundamentalmente pretende poner en evidencia