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Arthur Schopenhauer afirmó que la diferencia principal entre todas nuestras representaciones es la de la intuitivo y lo abstracto. Lo abstracto no constituye más que una sola clase de representaciones: los conceptos, que son en este mundo propiedad exclusiva del hombre. La facultad que tiene de formar nociones abstractas, la facultad que le distingue de los demás animales, ha sido denominada en todos los tiempos razón. La representación intuitiva abraza todo el mundo visible o el conjunto de la experiencia con las condiciones que la hacen posible. Ante esto Kant hizo un importante descubrimiento cuando vio que estas mismas condiciones, estas formas de la experiencia, es decir, lo más general que hay en su percepción, lo que pertenece por el mismo título a todos los fenómenos, a saber: el tiempo y el espacio, no solo puede ser pensado en abstracto, sino también percibido directamente por si y con separación de su contenido. Mostró que esta intuición no es una especie de fantasma tomado de la experiencia a causa de una frecuente repetición; que es independiente de la experiencia hasta tal punto que, por el contrario, la experiencia es quien depende de ella, puesto que estas propiedades del tiempo y del espacio, tales como las conoce la percepción a priori, sirven de leyes a toda la experiencia posible, que no puede producirse más que con arreglo a tales leyes
