Todos somos importantes
Camila era una hormiga tan, pero tan pequeña, que las demás ni siquiera notaban su presencia. Como todos los días, las hormigas decidieron salir a buscar comida.
—¿Puedo ir con ustedes? —Les preguntó Camila.
—¿Tú? ¡Ni hablar, eres muy pequeña!
¡Mejor quédate en el hormiguero! —le contestaron y se fueron.
De todos modos, ella quería ayudar, así que decidió seguirlas sin que se dieran cuenta.
Cuando ya había avanzado bastante, las antenas de Camila empezaron a moverse. “¡Oh no! ¡Eso sígnifica peligro!”, pensó asustada. Entonces, intentó acercarse al grupo, pero de pronto vio algo que le dio muchísimo miedo: ¡Una enorme araña negra se acercaba a sus amigas con las peores intenciones!
Rápidamente la araña atrapó a las hormigas en su telaraña— ¡Qué rico! ¡Hoy comeré hormigas guisadas! —dijo. Las hormigas intentaban escapar, pero no lograban despegarse de la red. “¡Tengo que salvarlas!”, pensó Camila Como era tan diminuta, nadie la había visto. Así que aprovechó para acercarse por detrás de la araña y comenzó a enredar sus patas con hilos de su propia telaraña. Luego, corrió hacia sus compañeras.
—¿De dónde has salido tú? ¡Te convertirás en mi postre! —gritó la araña con una malévola sonrisa. Pero cuando intentó atraparla, se enredó con sus propias patas y cayó tirada panza arriba. Camila aprovechó el pánico, corrió hacia la red y mordió los hilos para liberar a sus amigas.
—¡Gracias por salvarnos! —le dijeron las hormigas—. Discúlpanos por no haberte dejado venir con nosotras.
Luego, todas juntas volvieron rápidamente al hormiguero. Desde entonces, Camila acompaña al grupo cuando salen en busca de comida, pues se dieron cuenta de que, a pesar de ser pequeña, es valiente y muy importante su presencia.