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Engels detalla que hace miles de años, en una época que los geólogos denominan, terciario, vivía en algún lugar hoy desaparecido en las profundidades del Océano Indico- una raza extraordinariamente desarrollada. Darwin describe a estos antepasados nuestros totalmente cubiertos de pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y formaban manadas. Por su forma de vida, sus manos empezaron a desempeñar funciones distintas a la de los pies, prescindiendo de ellas al caminar y adaptando una posición erecta. Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales cuya influencia fue transformando gradualmente el cerebro humano. Conforme se desarrollaba el cerebro, también se modificaban los órganos de los sentidos. De la misma manera que el desarrollo gradual del lenguaje va necesariamente acompañado del correspondiente perfeccionamiento del órgano del oído, así también el desarrollo general del cerebro va ligado al perfeccionamiento de todos los órganos de los sentidos. Gracias a la cooperación de la mano, de los órganos del lenguaje y del cerebro, no sólo en cada individuo, sino también en la sociedad, los humanos fueron aprendiendo a ejecutar operaciones cada vez más complicadas, a plantearse y a alcanzar objetivos cada vez más elevados. El trabajo mismo se diversificaba y perfeccionaba de generación en generación extendiéndose cada vez a nuevas actividades.
La premisa esencial del texto es: