Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia.
Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba opaca luz de un sol eclipsado, mientras uno de los indígenas recitaba en voz alta las fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.
¿Qué tipo de texto es este fragmento?