Lee el siguiente texto titulado "Humanidad, antes que nada":
A veces necesitamos categorías. En realidad, siempre. Nos permiten llamar a las cosas de una forma u otra y nos ayudan a comprenderlas. Nos enseñan a trazar mapas del mundo, de su gente... Sin embargo, las palabras, los conceptos, las realidades que hay detrás son un arma de “doble filo”. Por una parte, nos ayudan a situarnos y a comprender las cosas. Por otra parte, corremos el riesgo de que nos acartonen la mirada, nos adormezcan la sensibilidad o nos cierren los ojos ante la verdad primera que nos une: somos, antes que nada, humanos, hermanos e hijos de un mismo Dios. Antes que etiquetar muy pronto y marcar diferencias: de aquí o de ahí, docto o iletrado, etc., es fundamental mirar a los rostros, a las vidas, a la gente y decir: humano, como yo; persona, con un corazón que, como el mío, late y siente, busca y ríe.
1. ¿Qué enunciados son verdaderos (V) o falsos (F), según el texto?