Hace poco menos de 2,500 años, Herodoto emprendió una serie de viajes alrededor del Mediterráneo. Su propósito: recoger información que luego utilizó en sus nueve libros de historia. Esta obra fundadora, a pesar de su grandeza, nos produce una sensación contradictoria. Por momentos, el autor parece caer en la ficción y por otros, las referencias son tan ambiguas que nos extraviamos en el afán de comprender el mundo antiguo. Sin embargo, nadie antes había viajado con una finalidad cognoscitiva. Los sofistas se desplazaban exclusivamente al interior de Grecia con fines propedéuticos y económicos: enseñar y cobrar por tal servicio. Otros, como Sócrates, jamás se movieron de Atenas. ¿Qué animó a Herodoto? Tomo la respuesta de una convención: la curiosidad. Del mismo modo que la filosofía nació del asombro, la historia fue producto de la curiosidad. Ese deseo de registrar los hechos, de ordenarlos según alguna cronología y de explicarlos, empieza con el célebre personaje de Halicarnaso.
LA IDEA PRINCIPAL DEL TEXTO ES?