No cabe duda que la computadora ha revolucionado las comunicaciones, el procesamiento de datos y ha cambiado nuestra vida en más de un sentido. Internet ha vuelto obsoleto el correo para la comunicación escrita y el envío de imágenes. Los cálculos científicos y de ingeniería que tomaban días y hasta semanas hoy se hacen en minutos gracias a la computadora que, por su capacidad de almacenamiento, puede guardar enciclopedias enteras. Era inevitable que, una vez alcanzado un precio asequible, terminara en los salones de clase.
Ahora, un grupo de investigadores de Masachussets Institute Technology y la Universidad de Stanford ha cuestionado seriamente, la conveniencia de la computadora en la enseñanza sobre todo en primaria. Las razones son diversas y parecen bien fundamentadas, lo cual no excluye que para fines específicos el acceso a una computadora puede ser de gran utilidad, sobre todo – una verdad de Perogrullo - cuando se trata de aprender a operar computadoras. Así como nadie duda de la utilidad y omnipresencia de la computadora, resulta evidente la necesidad de saberla operar. Para obtener un trabajo, hoy resulta casi un analfabeto el que no sabe la operación básica de una computadora y para cualquier trabajo de cierto nivel se necesita experiencia en el manejo de los programas más comunes. Del estudio realizado por los investigadores antes mencionados se deduce que la mayoría de los chicos de primaria ya son más diestros en el uso de la computadora que sus padres, porque la manejan en casa; pero los chicos que las operan con gran eficiencia no necesariamente las aplican al aprendizaje.
Otro aspecto cuestionado son los programas. Si bien los programas de aprendizaje reúnen gran volumen de conocimientos, y son interactivos, pero no tienen la manera de detectar la capacidad y grado de comprensión del alumno. Para las tareas que debe hacer un alumno, la computadora puede reemplazar al libro pero no al profesor que sabe despertar el interés del alumno. Si bien hay programas interactivos, son impersonales y están diseñados para un alumno promedio cuyo perfil no coincide necesariamente con e1 del interlocutor. En este sentido la tarea del profesor es irreemplazable.
La frase que resume al texto es: