Lee con atención el siguiente texto dos veces haciendo las pausas en los signos de puntuación:
La espada en la piedra
Una leyenda inglesa cuenta que una vez, hace mucho, el rey murió sin dejar un hijo que lo heredara. Los nobles comenzaron a pelear entre ellos para apoderarse del trono, pero el mago Merlín sabía que el rey debía ser quien pudiera sacar, de la piedra donde estaba clavada, una espada mágica llamada Excalibur.
El rey había muerto, el trono estaba vacante, no había un heredero para la Corona y el miedo iba extendiéndose por el reino. Todos sabían que sin rey no había autoridad ni mando. Los enemigos buscaban invadirlos; los nobles ya estaban peleando entre ellos por el trono; bandas de asaltantes y asesinos arrasaban los pueblos y se llevaban muchachas, niños y ganado. Hacía falta la autoridad de un rey.
Merlín era tan viejo como las raíces de los robles, podía componer poemas con los sonidos del viento, sus ojos negros leían el futuro y sus hechizos podían cambiarlo. En ese momento, mientras se dirigía a la ciudad, veía la época radiante que tendría el reino si llegaba al trono quien debía llegar.
Merlín sabía el nombre de ese rey y dónde se hallaba oculto. Con sus poderes había dispuesto que el niño naciera y lo había escondido para protegerlo de todo peligro. El momento de ese muchacho había llegado. Pero tendría que pasar una prueba.
Cuando Merlín llegó a las murallas de la ciudad, los nobles se preparaban para combatir entre ellos, en un torneo. Quien eliminara a todos los demás tendría la corona. Merlín no estaba de acuerdo, la lucha provocaría muertes y divisiones. Merlín se encaminó a la gran plaza donde se celebraría la justa. Los caballeros, cubiertos con sus armaduras, estaban ya montados y enarbolando sus enormes lanzas. Merlín se plantó entre ellos y señaló hacia el otro lado de la plaza.
— ¡Hermanos míos! ¡Miren! ¡Allí! —exclamó, y todos se dieron vuelta para mirar.
Sobre el césped recién cortado había aparecido algo extraño y maravilloso. Era un gran bloque de
mármol. Sobre la piedra había un yunque de hierro, y clavada en el yunque había una espada. La
espada resplandecía, era hermosa. Tallada en la piedra de mármol había una inscripción en letras de oro: ― ¿Dónde está el hombre que pueda sacar la espada de la piedra? Él es el rey.
Todos miraban la espada asombrados, Merlín les volvió a hacer una reverencia: — Paz, hermanos
míos —les dijo—. Que todos vengan aquí. No debemos pelear entre nosotros. ¡Permitan que el
nuevo rey retire su espada!
Aquí dejamos la historia. Pero voy a contarles que quien sacó la espada fue un muchacho humilde
que en ese momento era un simple escudero*. Se llamaba Arturo. Lo conocemos como el rey Arturo.
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