Lee cuidadosamente el siguiente texto y responde las preguntas de la 9 a la 13.
LA DIGNIDAD HUMANA
Todas las personas somos inmensamente grandes: tenemos unas cualidades o atributos que nos hacen superiores a las plantas, a los animales o a cualquier otro ser de la naturaleza. Esa grandeza recibe el nombre de DIGNIDAD HUMANA. Dios no sólo nos creó a su imagen y semejanza, sino que nos dio el mundo para nuestro beneficio. Además, al ver que las personas no utilizábamos bien las cualidades que nos había dado y que, en lugar de ser felices éramos cada vez más infelices decidió hacerse como nosotros, venir personalmente a darnos ejemplo, a mostrarnos la manera de comprender y utilizar adecuadamente nuestra dignidad. Dios, quien siempre está con nosotros, también respeta nuestra libertad. Él se da cuenta que muchas de nuestras acciones son fruto del egoísmo y que en lugar de construir un mundo mejor lo que hacemos es destruir lo que tenemos; que en vez de buscar una convivencia pacífica y armónica, vivimos en medio de guerras y de violencia. Dios ve cómo en lugar de aprovechar la creación, las personas destruimos bosques, acabamos con especies de animales, abusamos de los recursos naturales. Ante esta realidad de egoísmo, en que cada uno busca lo mejor para sí mismo sin importarle el bienestar de los demás, Dios decide darnos la mayor muestra de amor y recordarnos en qué consiste nuestra grandeza y dignidad. Entonces envió a su hijo a salvar nuestra dignidad humana. La dignidad de la persona humana es lo que nos hace a todos iguales; esa dignidad no viene de nosotros sino de Dios que nos ha creado a su imagen y semejanza. Somos los seres más especiales de la creación porque Dios nos hizo a su imagen y semejanza; es decir, que por este motivo cada uno de nosotros, sin importar la raza, el sexo, la nacionalidad o la edad, somos semejantes a Dios; esa semejanza no es exterior.
Cuando en el texto se dice, que la semejanza con Dios no es exterior, quiere decir que: