¿Son las universidades colombianas las aliadas estratégicas en este azaroso camino de transición de la guerra a la paz que Colombia —¡al fin!— ha empezado a trasegar? ¿Se constituirán las universidades en actores capaces de participar en la apropiación y sostenimiento de la agenda de construcción de paz en los territorios? La paz no solo se pacta o se negocia sino que se construye. Es una sentencia en la que se viene insistiendo desde 1992, cuando el secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, posicionó en la agenda del organismo que la paz había que establecerla y mantenerla —diría yo, cuidarla— como vía para no sucumbir de nuevo al conflicto armado interno en aquellos países en transición de la guerra a la paz. Y esto se ha dicho porque tanto la guerra como la paz no son procesos que incumban solamente a los actores enfrentados en armas —Estado-guerrillas—, pues en ellos está involucrada la sociedad civil —organizaciones sociales, iglesias, gremios económicos, academia, actores internacionales—, bien sea como víctimas o agentes de resistencia y contención durante el conflicto armado, o como actores legitimadores y veedores de las estrategias adoptadas para la superación de los conflictos durante la transición, tal como lo ha estipulado el Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno colombiano. Como han dicho los expertos en el tema, la sociedad civil es la “aliada no armada” en los esfuerzos de construcción de paz (Rettberg, 2002): las organizaciones no gubernamentales que desde finales de la década de 1980 han desplegado acciones cada vez más sistemáticas en pro de la paz; algunas iglesias que han posicionado la necesidad de superar el conflicto armado mediante programas e instituciones que, en las regiones de Colombia agobiadas por los “señores de la guerra”, han acompañado a las comunidades en su resistencias y duelos; y, por supuesto, la academia —aunque tímidamente— que desde 1995 empezó a hacer los estudios pioneros sobre paz y resolución de conflictos, y que al despuntar el nuevo milenio empezó a consolidar agendas investigativas sobre estudios de paz negociada.1 Y es justo en ese último actor que quiero detener la mirada a partir de unas preguntas: ¿son las universidades colombianas las aliadas estratégicas en este azaroso camino de transición de la guerra a la paz que Colombia —¡al fin!— ha empezado a trasegar? ¿Se constituirán las universidades en actores capaces de participar en la apropiación y sostenimiento de la agenda de construcción de paz en los territorios? Sin duda lo deberían ser. De hecho, algunas lo vienen siendo incluso antes del actual proceso de paz, cuando a la par que estudiaban los orígenes, modalidades y consecuencias del conflicto armado, se atrevían a avizorar los retos del país en un eventual posconflicto como la construcción de paz, la resolución de conflictos, los procesos de verdad, justicia y reparación a las víctimas, la restitución de tierras, la sustitución de cultivos ilícitos, la reintegración de excombatientes, la memoria, las pedagogías para la paz, el desarrollo sustentable y la justicia social. En efecto, si entendemos que la paz no se reduce a silenciamiento de fusiles y a la disminución de los homicidios atribuibles a la confrontación armada —¡lo que no es nada desdeñable!—, sino que ella debe estar soportada en transformaciones sociales, culturales, económicas y políticas que permitan superar los detonantes del conflicto, las universidades tienen un compromiso insoslayable con la construcción de una paz estable que impone el reto de hacer lecturas pertinentes de los contextos nacional y local donde se implementarán las estrategias pactadas para la paz; es decir, que son ellas, en cooperación con actores locales, las que mejor podrían hacer el análisis de las condiciones culturales, económicas, sociales, infraestructurales, ambientales, institucionales y políticas que obstaculizan o viabilizan lo pactado. Son las universidades las que antes, durante y después del pacto de paz tienen el compromiso de generar argumentos cualificados sobre la importancia de pactar la paz y sostenerla en un país que se ha desangrado durante más de medio siglo y en el que la guerra ha servido para justificar exclusiones e injusticias. Se trataría pues de reconocer que el conocimiento científico y académico construido en las universidades colombianas —nacionales y regionales— en sus distintas áreas —exactas y naturales, salud, sociales, humanidades y artes— constituye un acervo importante que podría hacer grandes contribuciones —a la sociedad, al Estado y al sector productivo— en la reconstrucción de la infraestructura territorial requerida, en los diseños institucionales que la transición política supone, en las propuestas para el desarrollo económico de las regiones y municipios; así como en la recuperación, fortalecimiento o construcción del Estado social de derecho, en las transformaciones educativas y culturales, o en el fortalecimiento de la ciudadanía que un país como Colombia requiere para que la paz, y no la resolución violenta de los conflictos, tenga asiento en nuestras mentalidades, en las actitudes y comportamientos con los que asumimos la vida cotidiana. En hora buena, el mismo Acuerdo involucra a la Universidad Nacional de Colombia y a la Universidad de los Andes —junto con otros centros académicos internacionales, Foro Nacional por Colombia, Viva la Ciudadanía y el Cinep— en asuntos de rediseño institucional para la participación política electoral y para el fortalecimiento de la sociedad civil, y deja las puertas abiertas para que las prácticas profesionales y los programas de extensión solidaria se involucren en los procesos de participación ciudadana, así como en los de control y veeduría en la implementación del Acuerdo. De igual manera, con este se convoca a las universidades y centros de investigación para que presenten propuestas a la Comisión de implementación, seguimiento y verificación del acuerdo final de paz y de resolución de diferencias (CSVR). Tal llamado a las universidades me lleva a nuevos interrogantes: ¿las universidades regionales, en especial la Universidad de Antioquia, tendrán la voluntad de participar en la consolidación progresiva de las estructuras institucionales y culturales, en los ámbitos locales y regionales, que urgen en esta sociedad transicional para no retornar a las dinámicas del conflicto? Me pregunto si más allá de ver esta coyuntura política como una oportunidad para acceder a recursos públicos de la nación y de la cooperación internacional, ¿los actores universitarios asumirán el compromiso ético y político de liderar intelectualmente la construcción de un país y unas regiones en los que la justicia social y la paz sean su horizonte de posibilidad? Mientras la Universidad de Antioquia toma la decisión de instalar y darle cuerpo a la mesa universitaria por la paz, mientras decide si es pertinente que esta institución haga presencia en los espacios de ciudad para hablar de paz y ayudar a construirla en Medellín y en las regiones, mientras se despejan las dudas de algunos sobre si la paz debería ser o no un eje estratégico de su plan decenal de desarrollo; mientras todo esto se discute… la revista Estudios Políticos, tal como lo hizo en 2012 cuando apenas se instalaba la Mesa de Negociación de La Habana, vuelve a abrir sus páginas a quienes han tenido la osadía de construir conocimiento sobre la paz negociada, un tema urgente y pertinente, pero poco “taquillero” en la región antioqueña. Con esta edición y su sección temática sobre estudios de paz, la revista Estudios Políticos celebra sus 25 años de participación en la construcción de comunidad académica, y lo hace con la esperanza de que este joven campo de conocimiento en Colombia llegue a ser tan prolífico como ha sido el de la guerra y la violencia.¿Cuál es uno de los aspectos que se mencionan como parte de las transformaciones necesarias para la construcción de paz en Colombia?
clase universidad miércoles 03 de abril.

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Social Studies
•
University
•
Hard
manuel gonzalez
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1.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
2 mins • 11 pts
A) Mantenimiento del status quo económico y político.
B) Aumento de la violencia como medio de resolución de conflictos
C) Desarrollo sustentable y justicia social.
D) Promoción de la exclusión y la injusticia.
2.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
2 mins • 7 pts
¿Qué instituciones universitarias están mencionadas específicamente como aliadas en la construcción de paz en Colombia?
A) Universidad Nacional de Colombia y Universidad de Harvard.
B) Universidad de los Andes y Universidad de California.
C) Universidad Nacional de Colombia y Universidad de los Andes.
D) Universidad de Harvard y Universidad de Antioquia
3.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
2 mins • 11 pts
¿Son las universidades colombianas las aliadas estratégicas en este azaroso camino de transición de la guerra a la paz que Colombia —¡al fin!— ha empezado a trasegar? ¿Se constituirán las universidades en actores capaces de participar en la apropiación y sostenimiento de la agenda de construcción de paz en los territorios? La paz no solo se pacta o se negocia sino que se construye. Es una sentencia en la que se viene insistiendo desde 1992, cuando el secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, posicionó en la agenda del organismo que la paz había que establecerla y mantenerla —diría yo, cuidarla— como vía para no sucumbir de nuevo al conflicto armado interno en aquellos países en transición de la guerra a la paz. Y esto se ha dicho porque tanto la guerra como la paz no son procesos que incumban solamente a los actores enfrentados en armas —Estado-guerrillas—, pues en ellos está involucrada la sociedad civil —organizaciones sociales, iglesias, gremios económicos, academia, actores internacionales—, bien sea como víctimas o agentes de resistencia y contención durante el conflicto armado, o como actores legitimadores y veedores de las estrategias adoptadas para la superación de los conflictos durante la transición, tal como lo ha estipulado el Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno colombiano. Como han dicho los expertos en el tema, la sociedad civil es la “aliada no armada” en los esfuerzos de construcción de paz (Rettberg, 2002): las organizaciones no gubernamentales que desde finales de la década de 1980 han desplegado acciones cada vez más sistemáticas en pro de la paz; algunas iglesias que han posicionado la necesidad de superar el conflicto armado mediante programas e instituciones que, en las regiones de Colombia agobiadas por los “señores de la guerra”, han acompañado a las comunidades en su resistencias y duelos; y, por supuesto, la academia —aunque tímidamente— que desde 1995 empezó a hacer los estudios pioneros sobre paz y resolución de conflictos, y que al despuntar el nuevo milenio empezó a consolidar agendas investigativas sobre estudios de paz negociada.1 Y es justo en ese último actor que quiero detener la mirada a partir de unas preguntas: ¿son las universidades colombianas las aliadas estratégicas en este azaroso camino de transición de la guerra a la paz que Colombia —¡al fin!— ha empezado a trasegar? ¿Se constituirán las universidades en actores capaces de participar en la apropiación y sostenimiento de la agenda de construcción de paz en los territorios? Sin duda lo deberían ser. De hecho, algunas lo vienen siendo incluso antes del actual proceso de paz, cuando a la par que estudiaban los orígenes, modalidades y consecuencias del conflicto armado, se atrevían a avizorar los retos del país en un eventual posconflicto como la construcción de paz, la resolución de conflictos, los procesos de verdad, justicia y reparación a las víctimas, la restitución de tierras, la sustitución de cultivos ilícitos, la reintegración de excombatientes, la memoria, las pedagogías para la paz, el desarrollo sustentable y la justicia social. En efecto, si entendemos que la paz no se reduce a silenciamiento de fusiles y a la disminución de los homicidios atribuibles a la confrontación armada —¡lo que no es nada desdeñable!—, sino que ella debe estar soportada en transformaciones sociales, culturales, económicas y políticas que permitan superar los detonantes del conflicto, las universidades tienen un compromiso insoslayable con la construcción de una paz estable que impone el reto de hacer lecturas pertinentes de los contextos nacional y local donde se implementarán las estrategias pactadas para la paz; es decir, que son ellas, en cooperación con actores locales, las que mejor podrían hacer el análisis de las condiciones culturales, económicas, sociales, infraestructurales, ambientales, institucionales y políticas que obstaculizan o viabilizan lo pactado. Son las universidades las que antes, durante y después del pacto de paz tienen el compromiso de generar argumentos cualificados sobre la importancia de pactar la paz y sostenerla en un país que se ha desangrado durante más de medio siglo y en el que la guerra ha servido para justificar exclusiones e injusticias. Se trataría pues de reconocer que el conocimiento científico y académico construido en las universidades colombianas —nacionales y regionales— en sus distintas áreas —exactas y naturales, salud, sociales, humanidades y artes— constituye un acervo importante que podría hacer grandes contribuciones —a la sociedad, al Estado y al sector productivo— en la reconstrucción de la infraestructura territorial requerida, en los diseños institucionales que la transición política supone, en las propuestas para el desarrollo económico de las regiones y municipios; así como en la recuperación, fortalecimiento o construcción del Estado social de derecho, en las transformaciones educativas y culturales, o en el fortalecimiento de la ciudadanía que un país como Colombia requiere para que la paz, y no la resolución violenta de los conflictos, tenga asiento en nuestras mentalidades, en las actitudes y comportamientos con los que asumimos la vida cotidiana. En hora buena, el mismo Acuerdo involucra a la Universidad Nacional de Colombia y a la Universidad de los Andes —junto con otros centros académicos internacionales, Foro Nacional por Colombia, Viva la Ciudadanía y el Cinep— en asuntos de rediseño institucional para la participación política electoral y para el fortalecimiento de la sociedad civil, y deja las puertas abiertas para que las prácticas profesionales y los programas de extensión solidaria se involucren en los procesos de participación ciudadana, así como en los de control y veeduría en la implementación del Acuerdo. De igual manera, con este se convoca a las universidades y centros de investigación para que presenten propuestas a la Comisión de implementación, seguimiento y verificación del acuerdo final de paz y de resolución de diferencias (CSVR). Tal llamado a las universidades me lleva a nuevos interrogantes: ¿las universidades regionales, en especial la Universidad de Antioquia, tendrán la voluntad de participar en la consolidación progresiva de las estructuras institucionales y culturales, en los ámbitos locales y regionales, que urgen en esta sociedad transicional para no retornar a las dinámicas del conflicto? Me pregunto si más allá de ver esta coyuntura política como una oportunidad para acceder a recursos públicos de la nación y de la cooperación internacional, ¿los actores universitarios asumirán el compromiso ético y político de liderar intelectualmente la construcción de un país y unas regiones en los que la justicia social y la paz sean su horizonte de posibilidad? Mientras la Universidad de Antioquia toma la decisión de instalar y darle cuerpo a la mesa universitaria por la paz, mientras decide si es pertinente que esta institución haga presencia en los espacios de ciudad para hablar de paz y ayudar a construirla en Medellín y en las regiones, mientras se despejan las dudas de algunos sobre si la paz debería ser o no un eje estratégico de su plan decenal de desarrollo; mientras todo esto se discute… la revista Estudios Políticos, tal como lo hizo en 2012 cuando apenas se instalaba la Mesa de Negociación de La Habana, vuelve a abrir sus páginas a quienes han tenido la osadía de construir conocimiento sobre la paz negociada, un tema urgente y pertinente, pero poco “taquillero” en la región antioqueña. Con esta edición y su sección temática sobre estudios de paz, la revista Estudios Políticos celebra sus 25 años de participación en la construcción de comunidad académica, y lo hace con la esperanza de que este joven campo de conocimiento en Colombia llegue a ser tan prolífico como ha sido el de la guerra y la violencia.¿Cuál es uno de los desafíos éticos y políticos planteados para las universidades en el contexto de la paz en Colombia?
A) Excluirse de los debates sobre paz para evitar controversias.
B) Utilizar la paz como excusa para obtener recursos económicos.
C) Liderar intelectualmente la construcción de un país y unas regiones justas y en paz.
D) Abandonar la participación en procesos de construcción de paz para evitar conflictos internos.
4.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
2 mins • 10 pts
¿Cuál es uno de los aspectos que se mencionan como parte de las transformaciones necesarias para la construcción de paz en Colombia?
A) Mantenimiento del status quo económico y político.
B) Aumento de la violencia como medio de resolución de conflictos.
C) Desarrollo sustentable y justicia social.
D) Promoción de la exclusión y la injusticia.
5.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
2 mins • 9 pts
El Rol de la Universidad en la Construcción de Paz en Colombia
Introducción:
Colombia ha sido marcada por décadas de conflicto armado interno, dejando profundas heridas en la sociedad. En este contexto, las instituciones educativas, especialmente las universidades, han emergido como actores clave en la búsqueda y consolidación de la paz en el país. Este artículo explora el papel fundamental que desempeñan las universidades colombianas en la construcción de la paz, abordando tanto sus contribuciones actuales como su potencial para el futuro.
Contribuciones Actuales de las Universidades:
Investigación y Análisis: Las universidades colombianas son centros de investigación que estudian las causas subyacentes del conflicto, identifican soluciones potenciales y evalúan el impacto de las políticas públicas relacionadas con la paz. A través de la producción de conocimiento académico, estas instituciones aportan información valiosa para la toma de decisiones informadas.
Formación de Líderes: Las universidades juegan un papel crucial en la formación de líderes comprometidos con la paz y la reconciliación. A través de programas académicos especializados, talleres, seminarios y actividades extracurriculares, las instituciones educativas cultivan una generación de profesionales con habilidades para el diálogo intercultural, la resolución de conflictos y la promoción de la justicia social.
Vinculación con la Comunidad: Las universidades trabajan en estrecha colaboración con comunidades locales y organizaciones de la sociedad civil para implementar proyectos de desarrollo sostenible, fortalecer la cohesión social y promover la reconciliación en áreas afectadas por el conflicto. Estas iniciativas fomentan la participación ciudadana y empoderan a las comunidades para construir un futuro de paz.
Promoción de la Memoria Histórica: Las universidades juegan un papel vital en la preservación de la memoria histórica y la narrativa de las víctimas del conflicto. A través de programas de estudios sobre derechos humanos, justicia transicional y memoria colectiva, estas instituciones buscan generar conciencia sobre las consecuencias del conflicto y promover la reconciliación nacional.
Potencial Futuro de las Universidades:
Innovación y Tecnología: Las universidades pueden aprovechar la innovación y la tecnología para desarrollar herramientas y plataformas que faciliten la construcción de paz, como sistemas de monitoreo de violencia, aplicaciones móviles para la denuncia de abusos y programas de educación virtual en áreas rurales.
Redes de Colaboración: Las universidades pueden fortalecer sus alianzas con otras instituciones académicas, organismos gubernamentales, organizaciones internacionales y el sector privado para promover la investigación interdisciplinaria, compartir buenas prácticas y coordinar esfuerzos en la construcción de paz a nivel nacional e internacional.
Inclusión y Diversidad: Las universidades pueden promover la inclusión y la diversidad étnica, cultural y de género en sus campus y programas académicos, garantizando la representación equitativa de todas las voces en la búsqueda de soluciones pacíficas y sostenibles.
Conclusión:
En conclusión, las universidades colombianas desempeñan un papel crucial en la construcción de paz en el país, tanto a través de sus contribuciones actuales como de su potencial para el futuro. Es fundamental que estas instituciones continúen trabajando en colaboración con diversos actores sociales para abordar las causas profundas del conflicto, promover la reconciliación y construir una sociedad más justa y pacífica para las generaciones venideras. ¿Cuál es uno de los roles principales que desempeñan las universidades colombianas en la construcción de paz según el texto?
a) Proveer servicios de salud en áreas afectadas por el conflicto.
b) Generar conocimiento académico para la toma de decisiones informadas.
c) Promover la confrontación y la división entre diferentes grupos sociales.
d) Fomentar la militarización de las zonas rurales.
6.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
2 mins • 6 pts
El Rol de la Universidad en la Construcción de Paz en Colombia Introducción: Colombia ha sido marcada por décadas de conflicto armado interno, dejando profundas heridas en la sociedad. En este contexto, las instituciones educativas, especialmente las universidades, han emergido como actores clave en la búsqueda y consolidación de la paz en el país. Este artículo explora el papel fundamental que desempeñan las universidades colombianas en la construcción de la paz, abordando tanto sus contribuciones actuales como su potencial para el futuro. Contribuciones Actuales de las Universidades: Investigación y Análisis: Las universidades colombianas son centros de investigación que estudian las causas subyacentes del conflicto, identifican soluciones potenciales y evalúan el impacto de las políticas públicas relacionadas con la paz. A través de la producción de conocimiento académico, estas instituciones aportan información valiosa para la toma de decisiones informadas. Formación de Líderes: Las universidades juegan un papel crucial en la formación de líderes comprometidos con la paz y la reconciliación. A través de programas académicos especializados, talleres, seminarios y actividades extracurriculares, las instituciones educativas cultivan una generación de profesionales con habilidades para el diálogo intercultural, la resolución de conflictos y la promoción de la justicia social. Vinculación con la Comunidad: Las universidades trabajan en estrecha colaboración con comunidades locales y organizaciones de la sociedad civil para implementar proyectos de desarrollo sostenible, fortalecer la cohesión social y promover la reconciliación en áreas afectadas por el conflicto. Estas iniciativas fomentan la participación ciudadana y empoderan a las comunidades para construir un futuro de paz. Promoción de la Memoria Histórica: Las universidades juegan un papel vital en la preservación de la memoria histórica y la narrativa de las víctimas del conflicto. A través de programas de estudios sobre derechos humanos, justicia transicional y memoria colectiva, estas instituciones buscan generar conciencia sobre las consecuencias del conflicto y promover la reconciliación nacional. Potencial Futuro de las Universidades: Innovación y Tecnología: Las universidades pueden aprovechar la innovación y la tecnología para desarrollar herramientas y plataformas que faciliten la construcción de paz, como sistemas de monitoreo de violencia, aplicaciones móviles para la denuncia de abusos y programas de educación virtual en áreas rurales. Redes de Colaboración: Las universidades pueden fortalecer sus alianzas con otras instituciones académicas, organismos gubernamentales, organizaciones internacionales y el sector privado para promover la investigación interdisciplinaria, compartir buenas prácticas y coordinar esfuerzos en la construcción de paz a nivel nacional e internacional. Inclusión y Diversidad: Las universidades pueden promover la inclusión y la diversidad étnica, cultural y de género en sus campus y programas académicos, garantizando la representación equitativa de todas las voces en la búsqueda de soluciones pacíficas y sostenibles. Conclusión: En conclusión, las universidades colombianas desempeñan un papel crucial en la construcción de paz en el país, tanto a través de sus contribuciones actuales como de su potencial para el futuro. Es fundamental que estas instituciones continúen trabajando en colaboración con diversos actores sociales para abordar las causas profundas del conflicto, promover la reconciliación y construir una sociedad más justa y pacífica para las generaciones venideras- ¿Cuál es uno de los enfoques de formación que menciona el texto como importante para las universidades en la construcción de paz?
a) Capacitación exclusiva en estrategias militares.
b) Desarrollo de habilidades para el debate agresivo.
c) Formación de líderes comprometidos con la paz y la reconciliación.
d) Promoción de la intolerancia hacia la diversidad cultural.
7.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
2 mins • 9 pts
El Rol de la Universidad en la Construcción de Paz en Colombia Introducción: Colombia ha sido marcada por décadas de conflicto armado interno, dejando profundas heridas en la sociedad. En este contexto, las instituciones educativas, especialmente las universidades, han emergido como actores clave en la búsqueda y consolidación de la paz en el país. Este artículo explora el papel fundamental que desempeñan las universidades colombianas en la construcción de la paz, abordando tanto sus contribuciones actuales como su potencial para el futuro. Contribuciones Actuales de las Universidades: Investigación y Análisis: Las universidades colombianas son centros de investigación que estudian las causas subyacentes del conflicto, identifican soluciones potenciales y evalúan el impacto de las políticas públicas relacionadas con la paz. A través de la producción de conocimiento académico, estas instituciones aportan información valiosa para la toma de decisiones informadas. Formación de Líderes: Las universidades juegan un papel crucial en la formación de líderes comprometidos con la paz y la reconciliación. A través de programas académicos especializados, talleres, seminarios y actividades extracurriculares, las instituciones educativas cultivan una generación de profesionales con habilidades para el diálogo intercultural, la resolución de conflictos y la promoción de la justicia social. Vinculación con la Comunidad: Las universidades trabajan en estrecha colaboración con comunidades locales y organizaciones de la sociedad civil para implementar proyectos de desarrollo sostenible, fortalecer la cohesión social y promover la reconciliación en áreas afectadas por el conflicto. Estas iniciativas fomentan la participación ciudadana y empoderan a las comunidades para construir un futuro de paz. Promoción de la Memoria Histórica: Las universidades juegan un papel vital en la preservación de la memoria histórica y la narrativa de las víctimas del conflicto. A través de programas de estudios sobre derechos humanos, justicia transicional y memoria colectiva, estas instituciones buscan generar conciencia sobre las consecuencias del conflicto y promover la reconciliación nacional. Potencial Futuro de las Universidades: Innovación y Tecnología: Las universidades pueden aprovechar la innovación y la tecnología para desarrollar herramientas y plataformas que faciliten la construcción de paz, como sistemas de monitoreo de violencia, aplicaciones móviles para la denuncia de abusos y programas de educación virtual en áreas rurales. Redes de Colaboración: Las universidades pueden fortalecer sus alianzas con otras instituciones académicas, organismos gubernamentales, organizaciones internacionales y el sector privado para promover la investigación interdisciplinaria, compartir buenas prácticas y coordinar esfuerzos en la construcción de paz a nivel nacional e internacional. Inclusión y Diversidad: Las universidades pueden promover la inclusión y la diversidad étnica, cultural y de género en sus campus y programas académicos, garantizando la representación equitativa de todas las voces en la búsqueda de soluciones pacíficas y sostenibles. Conclusión: En conclusión, las universidades colombianas desempeñan un papel crucial en la construcción de paz en el país, tanto a través de sus contribuciones actuales como de su potencial para el futuro. Es fundamental que estas instituciones continúen trabajando en colaboración con diversos actores sociales para abordar las causas profundas del conflicto, promover la reconciliación y construir una sociedad más justa y pacífica para las generaciones venideras- ¿Qué tipo de iniciativas llevan a cabo las universidades colombianas en colaboración con comunidades locales para promover la paz?
a) Proyectos para fomentar la discriminación étnica.
b) Programas de desarrollo sostenible y fortalecimiento de la cohesión social.
c) Campañas de difamación contra grupos minoritarios.
d) Promoción de la exclusión y la desigualdad en áreas afectadas por el conflicto.
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