EXAMEN DE RECUPERACIÓN - COMPRENSIÓN LECTORA 2DO SEC
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Secundaria Divina
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1.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
5 mins • 1 pt
La vieja que engañó a la Muerte
Puede ser verdad, puede que no lo sea, pero había una vez una vieja muy vieja. Era realmente muy pero muy vieja, más vieja que el jardinero que plantó el primer árbol del mundo. Sin embargo, estaba llena de vida y la idea de morir le quedaba muy lejos. Se pasaba el día atareada en su casa lavando, limpiando, guisando, cosiendo, planchando y quitando el polvo, como si fuese una joven ama de casa.
Pero, un día, la Muerte se acordó de la vieja y fue a llamar a su puerta. La anciana estaba haciendo la colada y dijo que, justo en ese momento, no podía irse. Aún debía aclarar, estrujar, hacer secar y planchar su ropa. Aun dándose prisa, pensaba que estaría lista, en el mejor de los casos, a la mañana siguiente; por tanto, la muerte haría mejor en volver un día después.
-Espérame, entonces, mañana a la misma hora- dijo la Muerte, y escribió con tiza en la puerta: “Mañana”.
Al día siguiente, la Muerte volvió para llevarse a la vieja.
-Pero, señora Muerte, sin duda usted se ha equivocado. Mire la puerta y verá cuál es el día fijado para venir a buscarme- observó la vieja.
La Muerte miró la puerta y leyó: “Mañana”.
-Está claro, pues –añadió la vieja-. Tiene que venir mañana, no hoy.
La Muerte fue al día siguiente. La vieja la recibió con una sonrisa y le dijo: -Pero, señora Muerte, usted se ha equivocado otra vez. ¿No recuerda que usted misma escribió en la puerta que vendría mañana y no hoy?
Y así la historia continuó durante todo un mes. Pero la Muerte acabó por cansarse. El último día del mes le dijo: -¡Me estas engañando, vieja! Mañana vendré a buscarte por última vez. ¡Recuérdalo bien!- dijo. Borró de la puerta lo que ella misma había escrito y se fue.
La vieja, en ese momento, dejó de sonreír. Pensó mucho, porque quería encontrar otra manera de engañar a la muerte. No pegó ojo en toda la noche, pero no llegó a idear nada.
-Me esconderé en el barrilito de la miel- se decía la vieja-, ¡Seguramente la Muerte no me encontrará ahí dentro!-. Y se escondió en el barrilito de la miel, dejando fuera sólo la nariz. Pero de repente pensó: -¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! ¡Me encontrará en el barrilito de miel y me llevará consigo!
Salió del barril y fue a esconderse en una cesta llena de plumas de ganso. Pero de repente pensó: - ¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! Me encontrará también en la cesta-. En el momento en que salía de la cesta, la Muerte entró en la habitación. Miró a su alrededor y no llegó a ver a la vieja por ninguna parte. En su lugar vio una figura terrible, espantosa, toda cubierta de plumas blancas y con un líquido espeso que se escurría por su cuerpo. No podía ser un pájaro, tampoco una persona, era, sin duda, algo terrible de ver. La muerte se asustó tanto que puso sus pies en polvorosa, huyó y nunca más volvió a buscar a la vieja.
SEGÚN EL TEXTO LEÍDO: La vieja era más vieja que:
el primer árbol que se plantó en el mundo.
el jardinero que plantó el primer árbol del mundo.
el primer jardinero que nació en el mundo.
el jardinero que sembró en el primer huerto del mundo
2.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
5 mins • 1 pt
La vieja que engañó a la Muerte
Puede ser verdad, puede que no lo sea, pero había una vez una vieja muy vieja. Era realmente muy pero muy vieja, más vieja que el jardinero que plantó el primer árbol del mundo. Sin embargo, estaba llena de vida y la idea de morir le quedaba muy lejos. Se pasaba el día atareada en su casa lavando, limpiando, guisando, cosiendo, planchando y quitando el polvo, como si fuese una joven ama de casa.
Pero, un día, la Muerte se acordó de la vieja y fue a llamar a su puerta. La anciana estaba haciendo la colada y dijo que, justo en ese momento, no podía irse. Aún debía aclarar, estrujar, hacer secar y planchar su ropa. Aun dándose prisa, pensaba que estaría lista, en el mejor de los casos, a la mañana siguiente; por tanto, la muerte haría mejor en volver un día después.
-Espérame, entonces, mañana a la misma hora- dijo la Muerte, y escribió con tiza en la puerta: “Mañana”.
Al día siguiente, la Muerte volvió para llevarse a la vieja.
-Pero, señora Muerte, sin duda usted se ha equivocado. Mire la puerta y verá cuál es el día fijado para venir a buscarme- observó la vieja.
La Muerte miró la puerta y leyó: “Mañana”.
-Está claro, pues –añadió la vieja-. Tiene que venir mañana, no hoy.
La Muerte fue al día siguiente. La vieja la recibió con una sonrisa y le dijo: -Pero, señora Muerte, usted se ha equivocado otra vez. ¿No recuerda que usted misma escribió en la puerta que vendría mañana y no hoy?
Y así la historia continuó durante todo un mes. Pero la Muerte acabó por cansarse. El último día del mes le dijo: -¡Me estas engañando, vieja! Mañana vendré a buscarte por última vez. ¡Recuérdalo bien!- dijo. Borró de la puerta lo que ella misma había escrito y se fue.
La vieja, en ese momento, dejó de sonreír. Pensó mucho, porque quería encontrar otra manera de engañar a la muerte. No pegó ojo en toda la noche, pero no llegó a idear nada.
-Me esconderé en el barrilito de la miel- se decía la vieja-, ¡Seguramente la Muerte no me encontrará ahí dentro!-. Y se escondió en el barrilito de la miel, dejando fuera sólo la nariz. Pero de repente pensó: -¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! ¡Me encontrará en el barrilito de miel y me llevará consigo!
Salió del barril y fue a esconderse en una cesta llena de plumas de ganso. Pero de repente pensó: - ¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! Me encontrará también en la cesta-. En el momento en que salía de la cesta, la Muerte entró en la habitación. Miró a su alrededor y no llegó a ver a la vieja por ninguna parte. En su lugar vio una figura terrible, espantosa, toda cubierta de plumas blancas y con un líquido espeso que se escurría por su cuerpo. No podía ser un pájaro, tampoco una persona, era, sin duda, algo terrible de ver. La muerte se asustó tanto que puso sus pies en polvorosa, huyó y nunca más volvió a buscar a la vieja.
SEGÚN EL TEXTO LEÍDO: La oración “haciendo la colada” se refiere a:
lavar la ropa.
preparar la comida.
planchar la ropa.
preparar un postre
3.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
5 mins • 1 pt
La vieja que engañó a la Muerte
Puede ser verdad, puede que no lo sea, pero había una vez una vieja muy vieja. Era realmente muy pero muy vieja, más vieja que el jardinero que plantó el primer árbol del mundo. Sin embargo, estaba llena de vida y la idea de morir le quedaba muy lejos. Se pasaba el día atareada en su casa lavando, limpiando, guisando, cosiendo, planchando y quitando el polvo, como si fuese una joven ama de casa.
Pero, un día, la Muerte se acordó de la vieja y fue a llamar a su puerta. La anciana estaba haciendo la colada y dijo que, justo en ese momento, no podía irse. Aún debía aclarar, estrujar, hacer secar y planchar su ropa. Aun dándose prisa, pensaba que estaría lista, en el mejor de los casos, a la mañana siguiente; por tanto, la muerte haría mejor en volver un día después.
-Espérame, entonces, mañana a la misma hora- dijo la Muerte, y escribió con tiza en la puerta: “Mañana”.
Al día siguiente, la Muerte volvió para llevarse a la vieja.
-Pero, señora Muerte, sin duda usted se ha equivocado. Mire la puerta y verá cuál es el día fijado para venir a buscarme- observó la vieja.
La Muerte miró la puerta y leyó: “Mañana”.
-Está claro, pues –añadió la vieja-. Tiene que venir mañana, no hoy.
La Muerte fue al día siguiente. La vieja la recibió con una sonrisa y le dijo: -Pero, señora Muerte, usted se ha equivocado otra vez. ¿No recuerda que usted misma escribió en la puerta que vendría mañana y no hoy?
Y así la historia continuó durante todo un mes. Pero la Muerte acabó por cansarse. El último día del mes le dijo: -¡Me estas engañando, vieja! Mañana vendré a buscarte por última vez. ¡Recuérdalo bien!- dijo. Borró de la puerta lo que ella misma había escrito y se fue.
La vieja, en ese momento, dejó de sonreír. Pensó mucho, porque quería encontrar otra manera de engañar a la muerte. No pegó ojo en toda la noche, pero no llegó a idear nada.
-Me esconderé en el barrilito de la miel- se decía la vieja-, ¡Seguramente la Muerte no me encontrará ahí dentro!-. Y se escondió en el barrilito de la miel, dejando fuera sólo la nariz. Pero de repente pensó: -¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! ¡Me encontrará en el barrilito de miel y me llevará consigo!
Salió del barril y fue a esconderse en una cesta llena de plumas de ganso. Pero de repente pensó: - ¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! Me encontrará también en la cesta-. En el momento en que salía de la cesta, la Muerte entró en la habitación. Miró a su alrededor y no llegó a ver a la vieja por ninguna parte. En su lugar vio una figura terrible, espantosa, toda cubierta de plumas blancas y con un líquido espeso que se escurría por su cuerpo. No podía ser un pájaro, tampoco una persona, era, sin duda, algo terrible de ver. La muerte se asustó tanto que puso sus pies en polvorosa, huyó y nunca más volvió a buscar a la vieja.
SEGÚN EL TEXTO LEÍDO: ¿Por qué la muerte no podía llevarse a la vieja?
Porque la vieja se resistía a irse con ella.
Por el letrero de “mañana” en la puerta.
Porque la vieja borró el letrero que indicaba cuándo podría llevársela.
Porque la vieja era mas astuta que la muerte
4.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
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La vieja que engañó a la Muerte
Puede ser verdad, puede que no lo sea, pero había una vez una vieja muy vieja. Era realmente muy pero muy vieja, más vieja que el jardinero que plantó el primer árbol del mundo. Sin embargo, estaba llena de vida y la idea de morir le quedaba muy lejos. Se pasaba el día atareada en su casa lavando, limpiando, guisando, cosiendo, planchando y quitando el polvo, como si fuese una joven ama de casa.
Pero, un día, la Muerte se acordó de la vieja y fue a llamar a su puerta. La anciana estaba haciendo la colada y dijo que, justo en ese momento, no podía irse. Aún debía aclarar, estrujar, hacer secar y planchar su ropa. Aun dándose prisa, pensaba que estaría lista, en el mejor de los casos, a la mañana siguiente; por tanto, la muerte haría mejor en volver un día después.
-Espérame, entonces, mañana a la misma hora- dijo la Muerte, y escribió con tiza en la puerta: “Mañana”.
Al día siguiente, la Muerte volvió para llevarse a la vieja.
-Pero, señora Muerte, sin duda usted se ha equivocado. Mire la puerta y verá cuál es el día fijado para venir a buscarme- observó la vieja.
La Muerte miró la puerta y leyó: “Mañana”.
-Está claro, pues –añadió la vieja-. Tiene que venir mañana, no hoy.
La Muerte fue al día siguiente. La vieja la recibió con una sonrisa y le dijo: -Pero, señora Muerte, usted se ha equivocado otra vez. ¿No recuerda que usted misma escribió en la puerta que vendría mañana y no hoy?
Y así la historia continuó durante todo un mes. Pero la Muerte acabó por cansarse. El último día del mes le dijo: -¡Me estas engañando, vieja! Mañana vendré a buscarte por última vez. ¡Recuérdalo bien!- dijo. Borró de la puerta lo que ella misma había escrito y se fue.
La vieja, en ese momento, dejó de sonreír. Pensó mucho, porque quería encontrar otra manera de engañar a la muerte. No pegó ojo en toda la noche, pero no llegó a idear nada.
-Me esconderé en el barrilito de la miel- se decía la vieja-, ¡Seguramente la Muerte no me encontrará ahí dentro!-. Y se escondió en el barrilito de la miel, dejando fuera sólo la nariz. Pero de repente pensó: -¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! ¡Me encontrará en el barrilito de miel y me llevará consigo!
Salió del barril y fue a esconderse en una cesta llena de plumas de ganso. Pero de repente pensó: - ¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! Me encontrará también en la cesta-. En el momento en que salía de la cesta, la Muerte entró en la habitación. Miró a su alrededor y no llegó a ver a la vieja por ninguna parte. En su lugar vio una figura terrible, espantosa, toda cubierta de plumas blancas y con un líquido espeso que se escurría por su cuerpo. No podía ser un pájaro, tampoco una persona, era, sin duda, algo terrible de ver. La muerte se asustó tanto que puso sus pies en polvorosa, huyó y nunca más volvió a buscar a la vieja.
SEGÚN EL TEXTO LEÍDO: ¿Qué día la Muerte regresaría definitivamente por la vieja?
El último día del mes.
El primer día del siguiente mes.
En los primeros días del mes.
El primer día del mes
5.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
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La vieja que engañó a la Muerte
Puede ser verdad, puede que no lo sea, pero había una vez una vieja muy vieja. Era realmente muy pero muy vieja, más vieja que el jardinero que plantó el primer árbol del mundo. Sin embargo, estaba llena de vida y la idea de morir le quedaba muy lejos. Se pasaba el día atareada en su casa lavando, limpiando, guisando, cosiendo, planchando y quitando el polvo, como si fuese una joven ama de casa.
Pero, un día, la Muerte se acordó de la vieja y fue a llamar a su puerta. La anciana estaba haciendo la colada y dijo que, justo en ese momento, no podía irse. Aún debía aclarar, estrujar, hacer secar y planchar su ropa. Aun dándose prisa, pensaba que estaría lista, en el mejor de los casos, a la mañana siguiente; por tanto, la muerte haría mejor en volver un día después.
-Espérame, entonces, mañana a la misma hora- dijo la Muerte, y escribió con tiza en la puerta: “Mañana”.
Al día siguiente, la Muerte volvió para llevarse a la vieja.
-Pero, señora Muerte, sin duda usted se ha equivocado. Mire la puerta y verá cuál es el día fijado para venir a buscarme- observó la vieja.
La Muerte miró la puerta y leyó: “Mañana”.
-Está claro, pues –añadió la vieja-. Tiene que venir mañana, no hoy.
La Muerte fue al día siguiente. La vieja la recibió con una sonrisa y le dijo: -Pero, señora Muerte, usted se ha equivocado otra vez. ¿No recuerda que usted misma escribió en la puerta que vendría mañana y no hoy?
Y así la historia continuó durante todo un mes. Pero la Muerte acabó por cansarse. El último día del mes le dijo: -¡Me estas engañando, vieja! Mañana vendré a buscarte por última vez. ¡Recuérdalo bien!- dijo. Borró de la puerta lo que ella misma había escrito y se fue.
La vieja, en ese momento, dejó de sonreír. Pensó mucho, porque quería encontrar otra manera de engañar a la muerte. No pegó ojo en toda la noche, pero no llegó a idear nada.
-Me esconderé en el barrilito de la miel- se decía la vieja-, ¡Seguramente la Muerte no me encontrará ahí dentro!-. Y se escondió en el barrilito de la miel, dejando fuera sólo la nariz. Pero de repente pensó: -¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! ¡Me encontrará en el barrilito de miel y me llevará consigo!
Salió del barril y fue a esconderse en una cesta llena de plumas de ganso. Pero de repente pensó: - ¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! Me encontrará también en la cesta-. En el momento en que salía de la cesta, la Muerte entró en la habitación. Miró a su alrededor y no llegó a ver a la vieja por ninguna parte. En su lugar vio una figura terrible, espantosa, toda cubierta de plumas blancas y con un líquido espeso que se escurría por su cuerpo. No podía ser un pájaro, tampoco una persona, era, sin duda, algo terrible de ver. La muerte se asustó tanto que puso sus pies en polvorosa, huyó y nunca más volvió a buscar a la vieja.
SEGÚN EL TEXTO LEÍDO: El que la Muerte se alejara por el susto que se llevó al ver a la vieja disfrazada de un ser terrible, fue resultado de:
un plan.
una coincidencia.
un truco
un casualidad
6.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
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La vieja que engañó a la Muerte
Puede ser verdad, puede que no lo sea, pero había una vez una vieja muy vieja. Era realmente muy pero muy vieja, más vieja que el jardinero que plantó el primer árbol del mundo. Sin embargo, estaba llena de vida y la idea de morir le quedaba muy lejos. Se pasaba el día atareada en su casa lavando, limpiando, guisando, cosiendo, planchando y quitando el polvo, como si fuese una joven ama de casa.
Pero, un día, la Muerte se acordó de la vieja y fue a llamar a su puerta. La anciana estaba haciendo la colada y dijo que, justo en ese momento, no podía irse. Aún debía aclarar, estrujar, hacer secar y planchar su ropa. Aun dándose prisa, pensaba que estaría lista, en el mejor de los casos, a la mañana siguiente; por tanto, la muerte haría mejor en volver un día después.
-Espérame, entonces, mañana a la misma hora- dijo la Muerte, y escribió con tiza en la puerta: “Mañana”.
Al día siguiente, la Muerte volvió para llevarse a la vieja.
-Pero, señora Muerte, sin duda usted se ha equivocado. Mire la puerta y verá cuál es el día fijado para venir a buscarme- observó la vieja.
La Muerte miró la puerta y leyó: “Mañana”.
-Está claro, pues –añadió la vieja-. Tiene que venir mañana, no hoy.
La Muerte fue al día siguiente. La vieja la recibió con una sonrisa y le dijo: -Pero, señora Muerte, usted se ha equivocado otra vez. ¿No recuerda que usted misma escribió en la puerta que vendría mañana y no hoy?
Y así la historia continuó durante todo un mes. Pero la Muerte acabó por cansarse. El último día del mes le dijo: -¡Me estas engañando, vieja! Mañana vendré a buscarte por última vez. ¡Recuérdalo bien!- dijo. Borró de la puerta lo que ella misma había escrito y se fue.
La vieja, en ese momento, dejó de sonreír. Pensó mucho, porque quería encontrar otra manera de engañar a la muerte. No pegó ojo en toda la noche, pero no llegó a idear nada.
-Me esconderé en el barrilito de la miel- se decía la vieja-, ¡Seguramente la Muerte no me encontrará ahí dentro!-. Y se escondió en el barrilito de la miel, dejando fuera sólo la nariz. Pero de repente pensó: -¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! ¡Me encontrará en el barrilito de miel y me llevará consigo!
Salió del barril y fue a esconderse en una cesta llena de plumas de ganso. Pero de repente pensó: - ¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! Me encontrará también en la cesta-. En el momento en que salía de la cesta, la Muerte entró en la habitación. Miró a su alrededor y no llegó a ver a la vieja por ninguna parte. En su lugar vio una figura terrible, espantosa, toda cubierta de plumas blancas y con un líquido espeso que se escurría por su cuerpo. No podía ser un pájaro, tampoco una persona, era, sin duda, algo terrible de ver. La muerte se asustó tanto que puso sus pies en polvorosa, huyó y nunca más volvió a buscar a la vieja.
SEGÚN EL TEXTO LEÍDO: Indica la oración que presenta en el sujeto un modificador indirecto:
Era realmente muy pero muy vieja.
La muerte se asustó tanto que puso sus pies en polvorosa, huyó.
La vieja, en ese momento, dejó de sonreír.
Miró a su alrededor y no llegó a ver a la vieja por ninguna parte
7.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
5 mins • 1 pt
La vieja que engañó a la Muerte
Puede ser verdad, puede que no lo sea, pero había una vez una vieja muy vieja. Era realmente muy pero muy vieja, más vieja que el jardinero que plantó el primer árbol del mundo. Sin embargo, estaba llena de vida y la idea de morir le quedaba muy lejos. Se pasaba el día atareada en su casa lavando, limpiando, guisando, cosiendo, planchando y quitando el polvo, como si fuese una joven ama de casa.
Pero, un día, la Muerte se acordó de la vieja y fue a llamar a su puerta. La anciana estaba haciendo la colada y dijo que, justo en ese momento, no podía irse. Aún debía aclarar, estrujar, hacer secar y planchar su ropa. Aun dándose prisa, pensaba que estaría lista, en el mejor de los casos, a la mañana siguiente; por tanto, la muerte haría mejor en volver un día después.
-Espérame, entonces, mañana a la misma hora- dijo la Muerte, y escribió con tiza en la puerta: “Mañana”.
Al día siguiente, la Muerte volvió para llevarse a la vieja.
-Pero, señora Muerte, sin duda usted se ha equivocado. Mire la puerta y verá cuál es el día fijado para venir a buscarme- observó la vieja.
La Muerte miró la puerta y leyó: “Mañana”.
-Está claro, pues –añadió la vieja-. Tiene que venir mañana, no hoy.
La Muerte fue al día siguiente. La vieja la recibió con una sonrisa y le dijo: -Pero, señora Muerte, usted se ha equivocado otra vez. ¿No recuerda que usted misma escribió en la puerta que vendría mañana y no hoy?
Y así la historia continuó durante todo un mes. Pero la Muerte acabó por cansarse. El último día del mes le dijo: -¡Me estas engañando, vieja! Mañana vendré a buscarte por última vez. ¡Recuérdalo bien!- dijo. Borró de la puerta lo que ella misma había escrito y se fue.
La vieja, en ese momento, dejó de sonreír. Pensó mucho, porque quería encontrar otra manera de engañar a la muerte. No pegó ojo en toda la noche, pero no llegó a idear nada.
-Me esconderé en el barrilito de la miel- se decía la vieja-, ¡Seguramente la Muerte no me encontrará ahí dentro!-. Y se escondió en el barrilito de la miel, dejando fuera sólo la nariz. Pero de repente pensó: -¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! ¡Me encontrará en el barrilito de miel y me llevará consigo!
Salió del barril y fue a esconderse en una cesta llena de plumas de ganso. Pero de repente pensó: - ¡Por el amor de Dios, la Muerte es astuta! Me encontrará también en la cesta-. En el momento en que salía de la cesta, la Muerte entró en la habitación. Miró a su alrededor y no llegó a ver a la vieja por ninguna parte. En su lugar vio una figura terrible, espantosa, toda cubierta de plumas blancas y con un líquido espeso que se escurría por su cuerpo. No podía ser un pájaro, tampoco una persona, era, sin duda, algo terrible de ver. La muerte se asustó tanto que puso sus pies en polvorosa, huyó y nunca más volvió a buscar a la vieja.
SEGÚN EL TEXTO LEÍDO: La expresión “no pegó ojo en toda la noche”, hace referencia a:
que la vieja no pudo dormir.
que la vieja no quiso dormir.
que la vieja no cerró los ojos.
que la vieja no tenía intención de dormir.
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