TEXTO II: (Preguntas 7 a 12)
Es notable que un incidente racista ocurrido en Lima cause una indignación masiva entre los peruanos. La cosa no deja de ser inquietante e incluso un poco misteriosa, porque sabemos que tan masivo como esa indignación es el racismo, y tan masivo como ese racismo es el número de incidentes racistas que se producen en todo el país día a día y que, quizás porque no tienen un ingrediente farandulesco o porque no se prestan tan obviamente para el escarnio de una figura pública o porque no son propicios para titulares grandilocuentes, pasan flagrantemente obviados por la prensa y por la opinión pública.
Es bueno que ciertos episodios nos traigan a la conciencia la realidad del racismo, pero es indispensable tener en mente, en todo momento, que no hay un acto racista que sea menos relevante que otros, que sea menos condenable o más apto para el olvido. Si la manifestación de rechazo poco menos que multitudinario que ha merecido un hecho en particular fuera una constante ante cada hecho racista, el Perú sería un país mejor. Pero, para llegar a ese punto, tendríamos que decidir todos como nación y cada uno como ciudadano que estamos hartos de vivir en un país segregacionista, marginador, clasista, sexista, donde las personas no solo moran en espacios distintos, espacios que parecen universos ajenos, sino que habitan categorías diferentes, cada cual con un lugar diverso en la jerarquía social y cada uno, según más abajo se encuentre en esa pirámide, con menos y menos derechos que los demás.
Si los peruanos pensaran que todo acto racista es igualmente repudiable, entonces entre los trending topics del Twitter no estaría el nombre #CelineAguirre; estaría la palabra #racismo. No estaría por dos días: estaría todo el tiempo, todos los días, y el tema sería discutido y debatido en los muros de Facebook los trescientos sesenta y cinco días del año, no un par de días sí y sesenta días no, hasta el siguiente micro-escándalo. Los programas de televisión tendrían que hablar de ello todo el tiempo, y esos programas no estarían conducidos por gente que se presta alegremente a la farsa del blanqueamiento de la televisión peruana sin denunciarla jamás.
Para que ese rechazo fuera real, los que están más arriba tendrían que renunciar a lo que, silenciosa pero activamente, consideran sus derechos de casta, de rango, de clase y también de raza. La manera evidente de hacerlo es boicoteando cada espacio social segregacionista. Eso no significa disfrutar una tarde de happening progresista disfrazándose de «andino» ante la puerta de un cine: significa no poner un pie en ese cine. Significa dejar de entrar a cada restaurante y cada discoteca que acepta a unos y rechaza a otros debido a su apariencia; a cada club que divide sus baños y sus camarines en «caballeros», «damas» y «empleadas». Y sí, también significa por lo menos expresar una cierta incomodidad en cada casa en la que el cuarto de la empleada sea más pequeño que el closet de la señora.
Es necesario comprender todo eso y comprender que el problema del racismo no es un asunto de tener buen corazón o mal corazón, sino un problema político, social y educativo. Los peruanos no podemos pensar que estamos caminando hacia una real erradicación del racismo en el Perú, pues no le damos igual cabida a la discusión de todos los cientos de episodios racistas que ocurren a diario y, además, el rechazo a las jerarquías sociales sustentadas en aparentes derechos de clases se hace solo parcialmente.
10. ¿Cuál es la síntesis argumentativa del texto anterior?
A. Debemos recordar siempre que todos los actos racistas son igualmente relevantes, a pesar de que unos llamen más nuestra atención.
B. No podemos pensar que los peruanos estamos logrando acabar con el racismo, pues muchos hechos discriminatorios no han sido tomados en cuenta.
C. Las diferencias entre clases sociales se rechazan solo parcialmente, por lo que no es posible creer que estamos camino a la erradicación del racismo.
D. Aún existe discriminación por raza o clase social en el Perú, pues seguimos acudiendo a discotecas que rechazan la entrada de algunos por su apariencia.