TEXTO 3A
El negacionismo del cambio climático es una amalgama que une a extremistas religiosos con ultraliberales, cargos políticos, científicos solitarios y grandes empresas con su aparato detrás. En muchos casos hay un trasfondo económico, pero en otros es meramente un rechazo ideológico. En agosto, Felipe Alcaraz, único senador por Vox, impidió que el Senado aprobase una declaración institucional de apoyo a las islas Canarias por los incendios que sufrieron este verano. Quería que se retirase una referencia a la lucha contra las causas del cambio climático. La declaración estaba siendo utilizada «para justificar postulados ideológicos progres», declaró. «La derecha radical europea ha abrazado el negacionismo más como parte de la batalla política que por principios. Lo normal es que intenten no hablar siquiera de esta preocupación porque les parece una cosa de ecologistas, que son sus enemigos», dice el investigador de la Universidad Complutense Guillermo Fernández-Vázquez, autor de Qué hacer con la extrema derecha en Europa. Aunque explica que la postura de esos partidos puede variar si interesa. «Hay corrientes que intentan articular la preocupación medioambiental con una propuesta muy nacionalista. Venden la lucha contra el cambio climático como la defensa de su patrimonio natural. En ese sentido, el Frente Nacional francés trataba de conjugar estas dos cosas, con el argumento de que uno de los motivos por los que aman a Francia es por su riqueza natural». Muchos consideran a estas corrientes ideológicas como tontos útiles de los verdaderos responsables del negacionismo: las grandes corporaciones que manejan las reservas de hidrocarburos. «La industria energética fue la primera que empezó a generar informes alternativos al consenso científico», argumenta Marta Peirano.
López, I. (20129) «Apóstoles del negacionismo». El País. Recuperado de ˂ https://elpais.com/elpais/2019/09/18/eps/1568820907_023534.html˃ (Texto editado)
TEXTO 3B
Me parece una obviedad que existe cambio climático. Siempre ha existido y siempre existirá. El clima en la Tierra siempre ha cambiado y seguirá cambiando, con y sin intervención humana, si bien parece extraordinariamente difícil predecir cómo. A modo de ejemplo, en las últimas tres décadas se ha predicho al menos cinco veces y con fechas concretas por parte del «lobby del cambio climático» que el océano Glacial Ártico sería navegable. Han vencido todas las fechas previstas para ello y el hielo sigue ahí. En realidad, todas las predicciones hechas por el «lobby» climático, con el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) a la cabeza, han fallado hasta la fecha. Cualquier otra teoría pretendidamente científica con semejante grado de desaciertos habría sido desechada y sus proponentes habrían perdido todo el crédito, sin embargo, ocurre lo contrario. Cabe hacerse al menos dos preguntas. Uno, cómo influye la actividad humana en el clima, y si esta influencia empuja el clima hacia un estado más o menos conveniente para el bienestar de los seres humanos; y dos, cuál es la importancia relativa frente a otros factores, como por ejemplo: la actividad solar, la actividad volcánica, los rayos cósmicos, la evolución de la órbita terrestre, ciclos de Milankovitch asociados a los períodos glaciales, etc. Por otro lado, creo que no hay ningún interés —léase apoyo y financiación— para investigar dicha importancia relativa. La medida de dicha importancia relativa se limita a calcular la cantidad de CO2 emitido por la actividad humana y su posible efecto como gas de efecto invernadero sin tener en cuenta los otros factores.
Villareal, A. (2019). «El 97% de los científicos está con Greta Thunberg. Hablamos con el 3% restante». El Confidencial. Recuperado de < https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2019-09-29/cientificos-escepticos-climaticos-greta-thunberg-188_2258679/ >. (Texto editado)
Tanto el texto A como el texto B tensionan medularmente en torno a