Un pobre muy necesitado fue a pedir limosna a la casa del hombre más rico de la ciudad. Cuando éste lo vio le dijo:
— ¿No has comido nada en todo el día? ¡Pobre hombre, podrías morirte de hambre! ¡Criados! ¡traednos algo para comer!
El pobre hombre, no vio criado alguno, ni ningún tipo de manjar, pero su anfitrión hacía ademán de servirse y de comer con gran apetito.
—Come, hombre, come, que hoy eres mi huésped!
—Gracias señor, estoy agradecido de su generosa hospitalidad.
— ¿Qué te parece este pan? ¿No lo encuentras de primera?
—Podéis estar seguro de que no he comido en toda mi vida un pan tan blanco y sabroso.
¿Qué crees que hace el pobre viendo la conducta del rico?