TEXTO 3A
Si dejamos a un lado el componente incendiario y profundizamos en las declaraciones de Scorsese y compañía, podemos encontrar en ellas una buena dosis de razón y coherencia. Porque, a pesar de su impacto cultural y su éxito indiscutible, las cintas Marvel de superhéroes han transformado radicalmente Hollywood y el blockbuster contemporáneo; haciéndole mostrar su peor cara a golpe de plantillas, fórmulas y una falta de riesgo general que está dejando la creatividad bajo mínimos en pos de la industrialización más salvaje. Por más que entorne los ojos cada vez que se aproxima el estreno de un nuevo filme superheroico, pocas cosas me gustan más que uno de esos «parques de atracciones» de los que habla Martin Scorsese; dejar el cerebro y las preocupaciones a las puertas de la sala de cine e introducirme en un universo de héroes, superpoderes y gestas imposibles, hipervitaminado con efectos visuales a la última y un bombardeo constante de estímulos. Pero, como todo en esta vida, la capacidad de recepción tiene un límite. Como decía mi abuela, lo poco agrada y lo mucho enfada; y en el caso de las producciones Marvel, la sensación de empacho no viene de la mano del lanzamiento periódico —y aparentemente interminable— de largometrajes, sino de las excesivas similitudes que, salvando honrosas excepciones, comparten todos y cada uno de ellos. Una tendencia al deja-vu resumida por Coppola en su frase «No sé si alguien obtiene algo de ver la misma película una y otra vez». A juzgar por los multimillonarios resultados en taquilla de la franquicia, parece ser que el respetable sí obtiene algo de una repetición derivada del hallazgo de una fórmula de éxito. Una receta aparentemente infalible a partir de la cual se han precocinado la inmensa mayoría de éxitos, utilizando prácticamente los mismos ingredientes y los mismos tiempos de cocción para todos y cada uno de ellos.
TEXTO 3B
En las últimas décadas, el cine de superhéroes ha sido capaz de conseguir grandes éxitos en sus estrenos en la gran pantalla. Y es que los superhéroes son personajes arquetípicos y universales, con los que todo el mundo se identifica. Marvel, desde un comienzo, supo cómo aprovechar eso: durante los años 30 el superhéroe por antonomasia era Superman, de DC Comics, un héroe casi divino con un solo punto débil. Como reacción a este personaje, apareció Robin, joven y fiel seguidor de Batman que no tenía súper poder alguno y con el que los jóvenes lectores de cómics se podían identificar. Marvel, aprendiendo de esto desarrolló personajes mucho más humanos (ejemplo de ello es Spider-man) a lo largo de su historia en las viñetas, en la que, además, desarrolló una interconexión que posteriormente heredarían sus adaptaciones cinematográficas. Todo esto la convertiría en una de las editoriales de cómics más grandes del mundo. En el año 2008 Marvel estrenaría su Universo Cinematográfico, un universo transmedia sin precedentes, que, con un total de once franquicias y veintitrés películas llegaría la cima del cine mainstream en cuanto a éxito popular y económico. Todo ello basado en una férrea estrategia en la que intervienen muchos factores. A nivel narrativo, varios elementos cohesionan el universo: las organizaciones S.H.I.E.L.D. e Hydra, las Gemas del Infinito, el proyecto Vengadores, las relaciones entre los personajes a través de las películas, etc. Y todo esto, a nivel global las veintitrés películas están narradas en una estructura clásica de tres actos, conllevando esto una serialización y una dependencia entre películas más evidente a medida que se van estrenando. Además, las historias contadas se expanden a otros formatos, como es el caso de los cortometrajes y las series. A nivel promocional Marvel ha optado por crear un vínculo emocional con el espectador a través de su actividad en redes sociales, la importancia de los actores y realizadores, con sus campañas publicitarias.
Se desprende del texto A, sobre los multimillonarios resultados del cine de superhéroes, que